¿Y tú... quién eres?

¿Por qué?

...

¿Por qué has aparecido así en mi vida tan de improvisto y de repente ya no puedo dejar que salgas de ella? ¿Por qué significas tanto para mí? ¿Por qué me haces esto cuando sabes que nos equivocamos?

Eres cruel, eres malvado, eres asqueroso. Y te odio. Te odio como nunca he odiado a nadie. Porque juegas conmigo como quieres. Estoy cansada de ser tu muñeca... y sé que a medida que vayas creciendo te desprenderás de mí. Como siempre pasa con los juguetes.

¿Y tú... quién eres? ¿Eh? ¿Quién te has creído que eres?

Me acaricias y me dices que soy preciosa. Me besas y te aferras a mi cuerpo con pasión y con ternura, como si quisieses que nuestros cuerpos estuviesen así de cerca siempre. Pero todo es mentira. Y lo peor es que lo sé, tú también lo sabes... y sabes que lo sé.

Me conoces y sabes que soy adicta a ti. Que no puedo vivir sin tus labios y sin tu presencia... y por eso juegas conmigo.

Déjame decirte una cosa... algún día, cuando menos te lo esperes, esta muñeca madurará sentimentalmente y se marchará. Y cuando lo haga, serás tú el que pase las noches llorando y suplicando volver a rozar su piel.

O bien... seas tú el que madure y deje a esta muñeca de lado para siempre.

Lo cierto es que ya no me importa lo que ocurra, porque tan solo busco libertad... esa clase de libertad que solo tú puedes darme.